¿Qué son los procesos de desinformación?
La información siempre ha sido un insumo imprescindible para el desarrollo de las personas en comunidad. En este escenario de creación, distribución y uso de información sobre diferentes hechos y sucesos es que se pueden identificar diversos procesos de desinformación, con características distintivas. Por este motivo, podemos afirmar que, cuando en la actualidad hablamos de procesos de desinformación, no referimos a un fenómeno nuevo; sin embargo, lo que sí es reciente, y ha producido ciertas modificaciones sobre el fenómeno, es la facilidad y rapidez con que en Internet se pueden distribuir mensajes informacionales con estas características.
Muchas veces, se asocian los procesos de desinformación con información falsa, pero resulta relevante mencionar otros tipos de mensajes que no necesariamente se clasifican como falsos pero que, de igual manera, califican como desinformación. Cuando abordamos el concepto “desinformación” implicamos un proceso complejo que excede la veracidad de la información comunicada atendiendo otras dimensiones (forma y canal de transmisión, contexto, intencionalidad, etc.). Si bien no siempre se puede establecer con certeza, la intencionalidad de la emisión de determinado mensaje es, también, un elemento clave para identificar frente a qué tipo de proceso de desinformación nos encontramos. En este sentido, se habla de un grupo de mensajes que se “crea, presenta y divulga con fines lucrativos o para engañar deliberadamente a la población” (Unión Europea, 2018, p.1) o de un “fenómeno en el que el emisor tiene el firme propósito de ejercer algún tipo de influencia y control sobre sus receptores para que éstos actúen conforme a sus deseos” (Rodríguez Andrés, 2018, p. 235).
Otra característica de los mencionados procesos es que se refieren a temas de interés público, por lo que su incidencia en la opinión de la población sobre diversos temas puede llegar a constituir una amenaza a la democracia, el sistema político, la salud y la seguridad de las personas. A su vez, los procesos de desinformación afectan a la población en diversas esferas de sus vidas, desde la vida cotidiana (enfrentarse a información falsa en una red social, por citar un ejemplo) hasta procesos que buscan influir en decisiones políticas.
En este sentido, toma especial relevancia trabajar con la población el desarrollo de herramientas y competencias que les permitan realizar un uso adecuado de la información así como poder identificar cuándo se encuentra frente a un proceso de desinformación, información falsa o una noticia falsa. Para ello, existen diversos elementos que tienden a fortalecer las capacidades de la ciudadanía para enfrentarse a las distintas formas en que se presenta la desinformación; abordando el problema tanto en su dimensión informacional como comunicacional. Dentro de estos elementos, se destacan la importancia de los procesos de alfabetización en información y alfabetización mediática.
¿Cómo se presentan?
La forma en que llegan los procesos de desinformación a nuestras vidas es variada. Uno de los escenarios más comunes en donde circulan son las redes sociales, también en mensajes directos que nos llegan por correo o aplicaciones de mensajería y, también, en medios masivos de comunicación.
En las redes sociales es donde se ha puesto el mayor foco de atención y análisis sobre estos mensajes. Aquí, resulta importante mencionar otra característica de los procesos de desinformación, que implica que los hechos o sucesos mencionados puedan ser verificables. Por ejemplo, la opinión de una persona sobre un tema determinado no es un hecho o una información que sea verificable, por lo tanto, no podemos decir que nos encontramos frente a un proceso de desinformación. Diferente es cuando una opinión se presenta como una información veraz en lugar de presentarse solo como una opinión o postura personal.
Comenzaremos presentando un caso bastante común de proceso de desinformación, en donde se utiliza una imagen real pero se le atribuye otro contexto, en este caso la finalidad es la sátira o la búsqueda del humor. Por ejemplo, con la aparición de los primeros casos de Covid-19 en Uruguay se hizo muy popular la imagen del músico Steven Tyler con una leyenda que le atribuía ser una persona que había salido de la cuarentena antes de lo indicado. Este mensaje fue distribuido y comentado por muchas personas que lo tomaron como verdadero en varias redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter, Whatsapp). En estos casos, es importante intentar discriminar si la imagen adjunta a la información es verdadera y/o si se corresponde con la información. Para esto, se puede recurrir a herramientas de verificación de imágenes, realizando lo que se conoce como búsqueda inversa de imágenes. Ingresando la imagen en cuestión, el buscador intentará identificar si esa misma imagen se corresponde con otro contexto.
Otro ejemplo de proceso de desinformación se puede observar cuando personalidades de la esfera pública emiten mensajes que contienen información que puede catalogarse de falsa o engañosa. Estos mensajes suelen realizarlos a través de sus redes sociales y por lo tanto llegan a un gran número de personas dependiendo la popularidad de la cuenta.
En Uruguay, muchos políticos tienen participación en redes sociales y, por tanto, también podemos encontrar casos de este tipo de desinformación. Un ejemplo de esto es el tuit de la senadora Graciela Bianchi donde realiza una afirmación sobre otra figura pública, Florencia Astori. En cuanto a la distribución y repercusión del mensaje, podemos ver que cuenta con cerca de un ciento de réplicas y casi 400 me gusta.
En torno a esto resulta conveniente realizar varias observaciones. En primer lugar, tratar de identificar la fuente citada -“Diario El Este”- para corroborar la existencia y características del medio. En este caso, el relato de la noticia parece estar construido a partir de la observación de una interacción en la red social Twitter. Como forma de verificación, una opción muy útil es buscar la misma noticia o similar en otros portales. Siguiendo este procedimiento podemos llegar a otra noticia de Montevideo Portal donde se desmiente la primera afirmación dando cuenta de una consulta directa a las implicadas.
Además de las fotografías fuera de contexto también podemos encontrar videos que son reutilizados para diferentes eventos y se les adjudica un contexto que no es el original.
Un ejemplo de esto es el tuit de Esteban Valenti donde comparte un link a un video con un comentario que da a entender que es en Uruguay. Aquí vemos también cómo se cruzan los mensajes de una a otra red, en algunos casos nos permite recomponer la cadena a través de los enlaces, para obtener más información y observar el proceso de construcción de un mensaje, pero no siempre es posible. En este caso se puede observar (en la otra red: Facebook) que el video era de Argentina. Luego de unas horas y de la observación por otros usuarios del error, este tuit fue eliminado. Pero debemos comentar que, si bien muchas veces frente a la denuncia de la exposición de información engañosa la noticia o el mensaje es eliminado o rectificado, la rectificación nunca va a llegar a todas las personas que accedieron a la primera publicación. El impacto que tiene la información engañosa o falsa así como la difusión es, en general, menor a la de su rectificación.
Como se mencionó anteriormente, muchas veces los procesos de desinformación tratan sobre temas de salud, afectando la formación de opinión y toma de decisiones de la población sobre su propia salud. Luego de dos años de pandemia, hemos podido identificar cientos de mensajes y noticias que provocan dudas, incertidumbre y confusión en toda la población. A nivel local, en Uruguay, surgieron varios contenidos que hablaban de la relación del mate y el Covid-19, identificando a la infusión como un protector de la salud.
Si bien se pueden encontrar varias publicaciones similares, mencionamos una de ellas a modo de ejemplo para poder identificar algunos elementos que nos permiten conocer si estamos frente a un proceso de desinformación. Se trata de una publicación en Facebook donde el usuario relata una experiencia que fue compartida cientos de veces y que tiene varias interacciones. Esto es un fenómeno usual cuando abordamos las noticias falsas. Vossoughi, Roy y Amaral (2018) comentan que las fake news, noticias falsas o información falsa, se propagan mucho más rápido y con mayor amplitud que las noticias verdaderas, considerando que esto se debe, en parte, a que las fake news suelen construirse sobre temáticas que generan un mayor impacto y repercusión sobre los usuarios que, a su vez, al compartir la noticia, contribuyen a una mayor difusión.
En cuanto a la fuente que produce el mensaje, es relevante poder observar el perfil de usuario, si cuenta con una presentación, qué tipo de información suele compartir, etc., para conocer más. En el caso de la información sobre salud, también podemos tomar como punto de referencia la alusión a otras fuentes como informes o artículos que verifiquen lo informado (en este caso no se cuenta con ningún tipo de referencias externas). En base a éstas rápidas observaciones, tenemos elementos para comenzar a dudar de la veracidad del contenido, más allá de poder profundizar la búsqueda en otras fuentes sobre la afirmación en sí misma, de la relación del mate y la prevención o cura del Covid-19. En este caso, podemos afirmar que se trata de un contenido engañoso, aunque desconocemos si la intención de la persona es engañar o cree que está transmitiendo una información válida y que puede ser de ayuda a la comunidad.
¿Por qué es importante combatir la desinformación?
Los casos presentados son solo algunos ejemplos de los procesos de desinformación que nos rodean día a día. Como se pudo observar, pueden abarcar diferentes temáticas y pueden llegar a influir en las decisiones que tomamos, tanto en nuestra vida privada como en nuestra participación como ciudadanos en sociedad. Por este motivo, consideramos que tener presente que este tipo de mensajes y procesos existen y que pueden tener diversas finalidades, ya es un comienzo para estar alertas.
Ahora bien, para poder combatirlos, es importante atender esta problemática desde una visión integral. Debemos conocer herramientas y ser capaces de identificar indicios que nos hagan dudar del contenido y llegar a verificar algunos elementos para, de esa manera, evaluar y seleccionar la información que consumimos.
Para desarrollar esas competencias y herramientas, que mencionamos anteriormente, es importante trabajar en la adquisición y el desarrollo de competencias informacionales y mediáticas a través de procesos de alfabetización informacional y mediática. Estos procesos nos permiten tener una postura crítica frente a los mensajes y a la información que recibimos por diferentes medios (particulares, redes sociales, medios masivos de comunicación, etc.).
Por otro lado, y para finalizar, remarcar la importancia de abordar los procesos de desinformación en sus dos dimensiones, informacional y comunicacional, y propender al trabajo interdisciplinario en ambas áreas. Los procesos de desinformación implican una arista comunicacional vinculada a cómo se comunica la información en sus diferentes canales (medios de comunicación, redes sociales, etc.) pero, tiene también, una dimensión informacional, abordada desde la ciencia de la información, que se vincula con el cómo consumimos información y qué tratamiento le damos a la información que creamos y consumimos.
Referencias bibliográficas
- Rodríguez Andrés, R. (2018). Fundamentos del concepto de desinformación como práctica manipuladora en la comunicación política y las relaciones internacionales. Historia y Comunicación Social, 23(1), 231-244. https://doi.org/10.5209/HICS.59843
- Unión Europea (2018). Código de buenas prácticas de la Unión en materia de desinformación. https://digital-strategy.ec.europa.eu/en/policies/code-practice-disinformation
- Vosoughi, S., Roy, D., & Aral, S. (2018). The spread of true and false news online. Science, 359(6380), 1146-1151. Montevideo, 2022