Víctimas y victimarios en los femicidios íntimos en la prensa uruguaya

Título del trabajo:La construcción del femicidio íntimo en la prensa escrita uruguaya: un estudio de caso
Tipo de trabajo:Resumen de tesis de la Maestría en Información y Comunicación
Autora:Gelsi Ausserbauer
Autora del resumen:Julia Goulart

“El discurso (de los medios) es socialmente constitutivo, así como socialmente condicionado, ya que puede tanto sostener y reproducir el status-quo social como transformarlo”. En su tesis de maestría, la licenciada en Comunicación Gelsi Ausserbauer se para en esta premisa para construir una investigación académica que ayuda a reconocer encuadres y recursos que ha usado la prensa al momento de comunicar femicidios íntimos, así como los cambios que ha habido en la cobertura. 

Ausserbauer hace una investigación desde la disciplina de la comunicación y del análisis discursivo. Utiliza para ello el diario El País, que es el diario más vendido del Uruguay, además de uno de los dos que dedican una página fija a las noticias policiales. Se basa en las publicaciones en dicha sección para analizar las noticias que tratan femicidios íntimos en los años 2006-2007 y 2017-2018. 

La investigación atendió de manera cuantitativa 64 noticias, donde se distinguieron y contrapusieron las formas léxicas para referirse al femicidio, a la víctima, al victimario y a la violencia de género, así como las valoraciones y juicios sobre estos conceptos. La autora también hace hincapié en la detección de “frames” o encuadres, es decir, identificar rasgos de marcos ideológicos preestablecidos que sostienen ciertas ideas, por ejemplo, que el femicidio sea encuadrado o no como un hecho de violencia de género.

Además, la tesis aborda el estudio cualitativo de las dos noticias sobre un femicidio con más repercusiones de cada bienio, el de Nibia Machado, asesinada por su expareja, quien era edil de Lavalleja en 2007, y para el bienio 2017-2018 el de Valeria Sosa, bailarina de la comparsa Mi Morena, que murió en manos de su expareja y padre de sus hijos; este era policía y le disparó con el arma de reglamento. 

El femicidio íntimo en Uruguay

Los asesinatos perpetrados por parejas o exparejas son la máxima expresión de la violencia basada en género. En nuestro país la tasa es más elevada que en otros países de la región con similares características socioeconómicas; hay un promedio anual de 20 mujeres muertas en manos de quienes fueron sus vínculos sexo-afectivos en el período 2012-2016. Además de esto, la Segunda encuesta nacional de prevalencia sobre violencia basada en género y generaciones, realizada en 2019 por el Consejo Nacional Consultivo por una Vida Libre de Violencia de Género, arroja que el 76,7% de las mujeres declaran haber sido víctimas de violencia en algún ámbito a lo largo de su vida. 


Estas cifras hacen indispensable, dice la autora, el entendimiento de los femicidios íntimos como un problema social y cultural que involucra a la sociedad toda, y no como hechos policiales aislados o rutinarios cuyo núcleo nace en la intimidad de una relación.
Si bien tanto la sociedad civil organizada como el ámbito político e institucional han intentado poner el tema sobre la mesa y generar políticas a nivel ejecutivo, judicial y parlamentario, estas aún no han mostrado cambios significativos que prevengan estos hechos o protejan a las víctimas. 

Los encuadres de la prensa

El estudio de Ausserbauer aborda el tratamiento de estos casos según la teoría del framing, que busca identificar encuadres comunes que utilizan los medios para reflejar la realidad. La autora dividió los encuadres de cada noticia analizada en cada bienio en dos grandes grupos: aquellos donde no se enmarca al femicidio como un caso de violencia de género y aquellos en los que sí se plantea esta problemática. Dentro de estos grandes grupos se plantean subcategorías, por ejemplo, en el caso de los encuadres que no suponen un caso de violencia de género podemos encontrar la culpabilización de la víctima, la indicación de que el femicidio es un caso aislado o fuera de lo común, o también la naturalización de este, como si se tratara de otro procedimiento policial de rutina. 


En el período 2006-2007 solo el 26% de las noticias no eran encuadradas dentro de este grupo y en general se daba carácter de rutinario, aunque otras noticias que adentran más en la vida de la pareja tratan el tema con sorpresa, por ejemplo, con testimonios de vecinos que relataban la vida normal de la pareja y la calidez del victimario. También en este período se encuentran dos notas que culpabilizan a la víctima y son muy benevolentes con el asesino.

Por otro lado, en el bienio 2017-2018 el porcentaje de noticias donde El País abordó estos casos como casos letales de violencia de género fue del 73%, lo que muestra un cambio evidente en el abordaje de este tema, por las crecientes manifestaciones y activación social en la materia. Además, en este tiempo se empieza a usar tanto en la prensa como en la justicia el término femicidio para referirse a estos asesinatos motivados por la condición de género y filiación de la víctima. 

La víctima como sujeto pasivo en vida y muerte

Otro punto que la autora de la tesis midió en su estudio es el de las activaciones y pasivaciones tanto de la víctima como del victimario. Es decir, aquellas oraciones donde se pone como sujeto que ejecuta una acción, o se establece como sujeto pasivo del hecho a cada uno. Para entender esto, un ejemplo de pasivación de la víctima y activación del victimario (combinación que se da normalmente) podría ser: “Un hombre asesinó de disparo a una mujer en pub de Dolores” (El País, 4 de diciembre de 2017). La activación del victimario (H) muchas veces supone la pasivación de la víctima (M): H le disparó a M. Este tipo es el más frecuente, duplicando incluso en el segundo período estudiado (2017-2018) las activaciones del asesino a las de la víctima. 

De esta forma podemos entender que las noticias en su mayoría aún se escriben con el protagonismo en el matador: M recibió un disparo de H sería una forma donde la mujer es activa en el hecho, donde el disparo le sucede a ella. Aunque, explica la autora, incluso en estos casos la activación de la víctima tiene menos potencia que los del victimario. Esto se da principalmente pues al tratarse de notas de género periodístico policial son pocas las implicancias o reflexiones sobre los actores sociales o sobre el femicidio como problemática psicosocial, quedando rezagada al mero relato de un crimen, donde casi naturalmente perpetuar la acción delictiva tiene una mayor intensidad. 

Como un cambio, la autora observó que en el segundo período de estudio aparecen más activaciones de la víctima en cuanto a su vida previa al momento del femicidio. Por ejemplo, “Valeria Sosa tenía 29 años y bailaba en la comparsa Mi Morena” (2018), lo que indica que hay un tratamiento más humano, de valoración positiva y enfocado en quién fue la víctima, logrando quizá que la historia de esta no quede relegada al hecho de haber sido ultimada. A pesar de esto, el estudio y las conclusiones de Ausserbauer dejan ver la insuficiencia de este cambio y cómo todavía no está extendida la construcción del carácter social del femicidio. 

Camino por recorrer

Resulta interesante que mientras en el primer bienio era posible encontrar valoraciones positivas del victimario que de cierta forma lo exculpaban (“Pese a su carácter “alocado” y “algo temperamental” es un hombre muy querido en el barrio donde se crio y desarrolló su carrera”, 16 de febrero de 2007), en el segundo tramo ya no vemos estas valoraciones tan positivas del asesino, pero sí se constituyen formas de culpabilización de la víctima, principalmente en cuanto a la carencia de denuncia cuando esta no la hubiera realizado (“Evidentemente que su silencio hizo que le costara la vida y el sufrimiento aún mayor de su propio hijo, que ella tanto protegió”).


Así mismo, a pesar del incremento de frames que encuadran al femicidio como un caso de violencia de género exacerbado, El País continúa intentando preservar de alguna forma al victimario, con eufemismos, encubriéndolo al no usar su nombre (pero sí el de la víctima), humanizándolo al destacar su ocupación y, en mayor cuantía, sometiendo a duda o restando certezas a los hechos de la femicidiada con la reiteración de términos condicionantes como “tormentos a los que podría haber sido sometida”, “señales de presunto abuso sexual”, “habría pedido a su pareja que abandone la vivienda que compartían”. 


En conclusión, podemos decir que el tratamiento de estos casos en la prensa -en el diario El País- se ha modificado con el tiempo, tanto por la creciente toma de conciencia a nivel colectivo como por la instalación de la figura legal del “femicidio” y, de forma menos directa, por el cambio de diseño de página del periódico que le otorgó mayor longitud al espacio para tratar cada caso. Pero aún este tipo de noticias de corte policial no ponen el femicidio como un problema social (de hecho, solo dos noticias de todo el corpus incluyen un fragmento en el que podemos encontrar este enfoque) ni mucho menos como el devenir, o el acto más letal, de un cúmulo de machismos perpetrados diariamente.


Es importante destacar que de todos los casos seleccionados para la tesis, en ambos periodos, solo una noticia ocupó la portada del periódico. 

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